De repente contemplé su inquietud, su curiosidad, su nerviosismo puntual. No podía evitar impacientarse por verle aparecer. Y sin más esperas, comienza la melodía... su gozo no puede ser mayor y se ve en su perfil, en lo poco que puede apreciarse de sus ojos la ilusión y la adrenalina que se despiertan en ese momento dentro de ella. Como si de una forma automática todo su cuerpo captase ese estado psicológico de haber satisfecho lo que llevaba días esperando, los brazos y piernas, el alma, comenzaron a bailar. No podía quitar los ojos del escenario, como si en dicho instante, ella fuese la única presencia en la sala. Cantó, silbó, disfrutó como hacía tiempo que no veía hacerlo a nadie. Y entonces comprendí que todavía existen personas que consiguen la felicidad en las cosas profundas, alejándose de materialismos y consumo innecesario. Me causó sonrisas incontables saber que fue realmente feliz con sólo música, que se transportó a un universo diferente durante casi dos horas. Que en mis ojos las lágrimas afloraban inevitable e involuntariamente, todo por la emoción y el disfrute.
Porque ella, yo, y también él, compartimos el mismo vuelo en aquel reducto.
Me alegra ver que eres tan sencilla como para sonreir ante el disfrute de otra persona y tan observadora... Reafirmo lo que ya te he dicho: conquistas rápido... muy rápido...
ResponderEliminarGracias por compartirlo, ojazos. Gracias por haber puesto palabras a algo indescriptible...
Detalles como este quedan gravados a fuego...
Nos dais la sensibilidad que muchas veces nos falta para continuar.
ResponderEliminarAll you need is lof.
Gracias, Varo.
ResponderEliminarEs muy bueno saber eso.
Tan aburrido como siempre....
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