jueves, 31 de diciembre de 2009

Arma de doble filo.

Dos caras. La espectacular y la aterradora.
A pesar del miedo, imagino que el riesgo quiere siempre cobrar protagonismo en la sucesión de los hechos. Hay temor, no lo niego, es más... Diría que impera cada reducto de mi pensamiento y cada fragmento de mi imaginación. Pero no es nada si lo comparo con la dirección que ha tomado el viento. Va siempre hacia adelante, sin retorno.
No es nada si valoro los porcentajes positivos contra los negativos.
No es nada si comparo las sonrisas que me causa con los momentos de terror.
No es nada... si recuerdo los recuerdos y todo va a mejor.

domingo, 27 de diciembre de 2009

De efecto retardado.


Dicen que no hay que dejar para mañana lo que pueda hacerse hoy. Algo así como no hagas hoy lo que podías haber hecho ayer.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Luces,cámara y... stop.

Parece prudente, en ocasiones, reducir la velocidad y echar el freno cuando hay que hacerlo. Probablemente resulten perdidos tesoros en el camino si se va excesivamente rápido, desaprovechando la oportunidad de analizar cada frágil y único detalle. Y aquí es donde entra en juego la pareja formada por ambición y avaricia: Cuanto más se tiene, más se quiere tener. Y no contra esto trato de posicionarme en el lado del conformismo, pero en algún instante hay que saber detenerse y valorar la suerte de haber llegado hasta donde se haya podido, asumiendo que, sin duda, es mucho más de lo imaginado. No siempre la voluntad va en armonía con la posibilidad. Pero después de algún que otro golpe (y el aprendizaje que conlleva), ya muy poco queda que pueda sorprenderme. Trato de disfrutar de lo que aparenta ser un largo viaje (por capítulos no demasiado consecutivos) en autopista de gran calidad, hasta que se deba reducir la velocidad, frenando en espera de la próxima escena. En caso de que no se suspenda/aplace el estreno de esta película.

lunes, 14 de diciembre de 2009

La ventaja del desinterés.

En medio de nubes de humo (Marlboro,Camel,qué se yo), palabrería absurda y constante pérdida de control, un buen ejemplar de raza aria. Mirada firme, sólida. Al igual que la mía. Curioso el intercambio de las suyas con las mías. Las suyas. Las mías. Pero no "las nuestras".
Mantengo las distancias procurando no levantar sospechas. Todo parece formar parte de una estrategia. No sabré que se trata de tal hasta unos días más tarde. (Las jugadas y metodologías suelen establecerse a priori. En mi caso,no.)
La coyuntura no puede ser más favorecedora y, además, dispongo de ciertas "cheerleaders". Nada que ver con los bombones de la NBA, pero para qué nos vamos a engañar, nunca me han hecho falta.
Acaba de perderse el contacto visual. Nada grave. La noche tan sólo está dando sus primeras pinceladas. Pido otra. Y con ésta, ya van... Bueno. Va una más. Después de unos doce tragos y el adiós a los que ya se retiran, lo veo todo más claro.
Ahora no hay distancias preventivas. No hay miradas esporádicas. Sino cierta resolución, llegada a meta, consecución, conclusión... como veas.

Y a pesar de no compartir ideas hitlerianas, siento el deber de reconocer el encanto de... el ario.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Luchar. Verbo ajeno a mí.

Hoy, me he obligado a comprender que cumplir los propósitos no conlleva tanta dificultad. El camino hacia su consecución suele presentarse como un trámite largo y encrespado, pero no se trata nada más que de una distorsión de la auténtica realidad. Tal vez dicha distorsión pueda traducirse en un sinónimo de "excusa" para justificar el no luchar contra viento y marea. Me recuerdo a mí, enfadándome conmigo misma cientos y cientos de veces por el hecho de haber traicionado a mis sueños. Y tengo una triste sensación de que la escena se repetirá una y otra vez, tarde o temprano. No puedo prometer que no ocurrirá de nuevo. No puedo asegurar que vaya a cambiar. Pero, a pesar de que dudo de ello, puedo prometer que, tal vez ni mañana ni pasado, pero llegará ese día en que lo intentaré y lo intentaré y lo intentaré, hasta que mi esperanza resulte desvanecida.
Me siento estúpida afirmando que quiero conseguir algo, que PUEDO conseguir ese algo, y que sin embargo, nunca he hecho nada por lograrlo. Nunca he luchado lo suficiente, nunca he trabajado duro. Lo único que siempre he sabido hacer ha sido quejarme.
Algunos días me digo a mí misma: "¡Deja de lamentarte y haz algo!"

Pero nunca me hago caso...
Sólo espero que esta vez algo cambie dentro de mí... que las metas no se queden en absurdos proyectos nunca llevados a cabo.