jueves, 28 de abril de 2011

Inalcanzable.

De puntillas, detenida por el muro a la altura de mi cintura. No puedo alcanzar el objetivo, alargo mis brazos, que parecen banderas firmes y sólidas a causa de un veloz viento. Sigue estando lejos. Miro a mi alrededor tratando de buscar ayuda ajena, no me detendré hasta tocarlo. Y entonces un pequeño ladrillo se cruza en mi mirada ofreciendo su apoyo. Rápidamente me hago con él y lo coloco en el suelo, completamente pegado al muro, a modo de escalón. Apenas asciendo unos centímetros, pero mis dedos consiguen estar un poco más cerca. Desde el pistoletazo de salida, me creí más inteligente subiendo a la azotea. "Tal vez - pensé - a nadie se le ha ocurrido que, de este modo, se llega en primer lugar". Además, el cielo resulta más cercano a esa altura. Pero no hay vuelta atrás. Me es imposible bajar por las escaleras e intentar competir desde otra posición. Mi elección está hecha, sin posibilidad de cambio hasta que el juego haya terminado. Me acurruco en el suelo, miro el ladrillo, ventaja poseída por encima de los demás. Cierro los ojos con fuerza, intentando reunir algún tipo de energía que me escuche y pueda impedir que gane cualquier otro participante. Porque no está en mi mano, desde las alturas, rogar mi victoria...

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