Dice que no es feliz. Sabe el día exacto en que se sintió vacío por primera vez. Han transcurrido meses. Ninguno de nosotros lo habíamos percibido. Y entonces requiere de mi ayuda, confía en mí su malestar. Sorprendentemente, soy lo que espera. Respondo lo que necesita. Es extraño, los roles siempre habían sido al contrario. Lo único que sé es que me siento útil para él, y que haría cualquier cosa por poder devolverle la felicidad que cree haber perdido y que piensa, no podrá recuperar.
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