Que tiemblen las copas y los altavoces, que choquen los hielos contra el cristal. Si los pies no pueden permanecer quietos, si las mentes se evaden, si los ojos se cierran y los oídos se abren dejando paso al sonido y a la vida, entonces, y sólo entonces, esta existencia habrá sido lo que siempre debió ser.
Y lo fue.
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