martes, 17 de mayo de 2011

"No puedo soportar tu mirada".

- ¿Por qué?
- Es increíblemente atractiva.

Los ojos se clavaban, dos a dos, como lanzas ardientes y frías, contraste. En ocasiones las miradas se desviaban hacia la boca y volvían a ascender con el objetivo de no otorgar protagonismo al atrevimiento y la pasión. La conversación contenía información profunda y adictiva, completamente inesperada, parecía incluso planificada. No era imaginable compartir tantos intereses. Entonces es cuando vi en ella la expresión de necesitar huir, de susto, de no querer comprometerse a acabar con la espontaneidad que había protagonizado aquel diálogo magnífico. Con su habitual suavidad, dulzura y sonrisa, se despidió.

- ¿De verdad quieres volver a verme? -dijo él.
- Sin planificar. Todo sin planificar.

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