viernes, 26 de marzo de 2010

Un bautizo sin nombre.

Jamás he querido aceptar que exista una sola cosa que no pueda expresarse con palabras. De mejor o peor modo, siempre he procurado decir exactamente lo que quería decir. Pues bien. Como suele ocurrir, siempre hay una primera vez para casi todo. Es chocante, cuanto menos, no encontrar palabras poco convencionales que estén a la altura de lo que se quiere expresar. Todo lo que se pasa por la cabeza, a pesar de que posea cierta belleza estética, no es más que mediocridad. No existen adjetivos lo suficientemente superlativos para definir lo que trato de definir. No encuentro comparaciones posibles.
Aun así, el balance que hago de esta situación es netamente positivo. Sería demasiado fácil y poco interesante poder poner nombre a las causas de cada latido. Demasiado aburrido etiquetar con una palabra cada concreto detalle de la globalidad del sentimiento. Palabra que, ni estaría al nivel de lo que representa, ni tendría la mitad de su fuerza. Todo sirve de aprendizaje, para bien o para mal. Ahora acepto, ahora ya sé que ciertas cosas nunca podrán ser expresadas del mismo modo ni en el mismo grado en que son sentidas.

2 comentarios:

  1. Menos mal que aún quedan cosas que no pueden expresarse. Mientras las sientas...a los demás no les debe importar ;)

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