Con inmensa pereza, Claire se pone en pie y camina hacia la cocina. Puede percibir los rayos de sol calentando las baldosas del patio. La nieve se ha esfumado.
El café recién hecho le impide resistirse a una taza.
Mientras permanece sentada dando vueltas con la cucharita, se da cuenta de que su expresión facial no es como la de otros días. Tiene el ceño fruncido, y nada de sonreír. Acto seguido, comprende que se trata de un reflejo de la pugna interna que está teniendo lugar en sus pensamientos.
Resulta que es perfectamente consciente de todo cuanto posee... pero al mismo tiempo, carece de algo.
¿De la magia de la vida?
¿De alguna pasión que le motive a comenzar el día?
¿De amor? ¿Carece de planes?
¿De atención?
Nació con un fuego de llamas diminutas en su interior que espera pacientemente a ser avivado. Y llegará el momento en que su sangre se incendie en busca de esa magia. En cada rincón del mundo. Eso cree mientras bebe el último trago de café.
Algún día no carecerá de nada, piensa. Pero su expresión se mantiene igual.
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