miércoles, 21 de septiembre de 2011

Bellissimo.

Eufórica, aparentemente en un mundo paralelo, relataba:


"¿Sabes? Se pasea firme, elegante con sus andares. Siempre mirando al horizonte, pero al cruzarnos, sonríe mientras me saluda, traspasa mi interior bajando su mirada hacía mí, proyectada por los ojos verdes. Y ha de bajarla necesariamente, ¡pues es tan alto como un rascacielos! Casi dos metros de perdición. Su ropa adorna el cuerpo más deseable que he visto. Le he elogiado de forma anónima, pero su guiño de esta mañana ha delatado que lo sabe, sabe que le ingiero con la mirada."


Sus palabras fluían como el agua de un río, rápida y constantemente. Cuando hubo terminado su discurso, sus ojos se desbordaban. Tomó una bocanada de aire, y procedió a relajarse.

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