jueves, 23 de septiembre de 2010

Superlativo.

Abarco uno de tus omóplatos de modo que se fusionen nuestras ganas, mézclense nuestras respiraciones. Nunca parece tarde para descubrir un nuevo milímetro de tu piel, y los minutos se escapan como si tuviesen prisa por irse. Entonces tus labios me besan dibujándome una sonrisa en el interior, la que tú prefieras. Y lloviendo melodía y ritmo, tu proximidad me recuerda que vivo. Te entrelazas a lo largo de mis piernas acariciando mis venas y completas lo incompleto. Puede resultar extraño, y lo hace, dirigir la mirada hacia mis manos comprendiendo que ya no son únicamente mías...

1 comentario: