miércoles, 2 de junio de 2010

3:24 a.m.

En circunstancias "normales", lo llamaría insomnio. Tal vez se deba a un exceso de cafeína, pero algo dentro de mí lo niega. Es diferente. Siento euforia. Cada ardiente centilitro de mi sangre se ve acelerado. Mis párpados, inmóviles. Ojos abiertos de par en par, observando la rotunda uniformidad de la oscuridad, mientras escucho, procedentes del rellano, voces que tratan de atraer mi atención inútilmente. Tengo una sonrisa nueva. Una desconocida. Como si alguien la hubiese dibujado para mí, sólo para esta noche. No hay viento y las voces se han esfumado. Toda distracción, desvanecida. Sonrío y me muerdo un labio. Acaricio mi barbilla una y otra vez, en señal de impaciencia. ¡Cuántos proyectos por delante! Mis ojos se empañan de alegría, teniendo fe, por fin, en haber recuperado la ambición que me caracterizaba, la antigua necesidad de días de 28 horas, el implacable cosquilleo en el estómago, y la certeza de que en una noche como ésta, he vuelto a encontrarme, en estas hojas. En este entorno, en estos fuertes pensamientos. Como si hubiese regresado a un lugar del que provengo. Me percibo de nuevo. Me reencuentro conmigo misma. Ya me echaba de menos. Apenas me reconozco, sólo sé que lo último que deseo es volver a olvidar mi esencia.
Y es que nunca un "insomnio" dio lugar a tanta intensidad, a tal plena cercanía.

6 comentarios:

  1. La reaparición de la auténtica Yaiyai, jajaja ;)

    ResponderEliminar
  2. ME ENCANTA....ESPERO QUE NUNCA MAS TE ACUESTES ANTES DE LAS 4 DE LA MAÑANA!JEJJEJE.BESSS.

    ResponderEliminar
  3. Es decir, nada de lo que tu eras, hasta ahora.

    ResponderEliminar
  4. @Snnnherjio :

    No seamos tan drásticos :)

    ResponderEliminar
  5. Soylo.
    Perdoneces por la no tilde. ´´´´´ ´ ´ ´´´´

    ResponderEliminar