Casi siempre, el destino de los recuerdos es desvanecerse y cobrar un tono nublado. Resulta difícil con el paso del tiempo traerlos a la memoria.
Pero hace apenas unos segundos he recordado que me sentía la persona más afortunada del universo cuando de entre toda la multitud, me elegías, y dirigías tus pasos hacia mí. Y mientras lo hacías, tu sonrisa era lo más bonito del mundo. En ese instante me sentía muy feliz, teniendo plena consciencia de que querría seguir viendo esa misma sonrisa cuando tuvieras treinta, cincuenta y ochenta años.
Cosas que ocurren una sola vez en la vida.
No creas que se me olvida.
Ni que dejaré de valorarlo alguna vez.
Ni de sentir el dolor de tu pérdida a cada soplo de aire que tomo.
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