martes, 19 de junio de 2012

Pienso que era invierno.


El portal parecía demasiado pequeño para la pasión irreversible de los dos jóvenes.
Su pelo, profundamente oscuro, y sus ojos negros... enloquecían por la chica, por su sensualidad. Era una niña convirtiéndose en mujer. Comenzaba a comprender su poder ante el género masculino. Manejaba la situación de un modo impecable. Sabía que nada podía fallar, porque él se moría por probar todo su cuerpo.

Ella tenía el control absoluto.

Entonces llegaron los besos. Más dulces de lo esperado. Pero también ardientes como el fuego. Y después, las manos de él bajaron por la espalda y se introdujeron en el pantalón. Ella abrió los ojos de golpe.

"Esto no es lo correcto. Lo he pasado muy bien, buenas noches."

Así, se despidieron. Él, con la esperanza de volver a verla.
Ella, con la seguridad de que, por alguna razón, no debería volver a suceder.

Y así, cada uno se hizo adulto caminando por su senda, dejando que el pasado conservase el sabor dulce, obedeciendo al refrán de que las segundas partes nunca fueron buenas.

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