miércoles, 16 de marzo de 2011


Inevitable salir de vez en cuando del bienestar para echar en falta. Tu piel está lejos. Tus ojos parpadean sin que pueda sentir el huracán que provocan y tu voz no tiene lugar en el mismo reducto en que me encuentro. Observo y reparo en tus manos, y al instante, añoro poder tocarlas. El tiempo ha sido justo, pero la soledad me abate. Siento celos de esas sábanas y envidia de todos los ojos que te ven brillar, como solía hacer.

Esta cama no arropa del mismo modo. El sonido del reloj ha pasado a convertirse en ruido. En mis sueños actúas y te siento aquí, para despertar y descubrir que los kilómetros siguen sin darnos tregua. Al menos brilla el sol afuera, y podré esbozar sonrisas mientras doblo las esquinas, escondiéndome tras una bufanda para no levantar sospecha.

Sospecha de que sigues motivando gestos involuntarios.


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