Ni la sonrisa más equilibrada.
Ni la inteligencia más inesperada.
Ni siquiera el trato caballeroso, la iniciativa o el buen aspecto, logran captar mi atención, encender mi curiosidad.
De repente parezco tener una capa de hielo a mi alrededor.
Un muro que nadie puede derrumbar.
Es que nadie es suficiente. Y si lo es, las circunstancias no favorecen.
Tengo un filtro tal, que ni los rayos de sol pueden atravesar.
Porque no siento nada. El listón quedó muy arriba la única vez.
Y los sucedáneos baratos... no me valen en absoluto.